Todos cometemos errores, es
humano según dice la famosa cita en latín. Es importante que entendamos que,
aún con mucha experiencia como bagaje, los seguimos cometiendo, otros errores,
desde luego, y en algunos casos los mismos, pero alguien también decía que
somos la única especie que es capaz de tropezar con la misma piedra dos y tres
y hasta cuatro veces. He aquí unos cuantos errores comunes de una obra. Algunos
se deslizan casi sin darnos cuenta, y son difíciles de encontrar.
1/ El Personaje principal se
vuelve pasivo
Eso suele suceder generalmente
porque al cabo de poco tiempo en que nos hemos sumergido completamente en la
elaboración de la obra, los personajes suelen cobrar "vida" en
nuestro interior y algún personaje secundario toma mayor relevancia. Puede que
sea porque el personaje principal ha dejado de gustarnos o justamente porque
alguno de secundario nos agrada más o encontramos que la obra mejora o da más
juego con ese personaje. Es fácil que suceda así, pensemos que los personajes
que actúan de contrapunto del principal, suelen ser los "malos de la película"
y estos son, en la mayoría de los casos, mucho más atractivos. En cualquier
caso es un error. Desde luego seguimos siendo libres para hacer lo que nos
venga en gana, pero seguirá siendo un error de planteamiento. Debemos entonces
repasar el texto (las escenas) y ver dónde el personaje se vuelve pasivo y
devolverle la fuerza perdida. Si eso no nos apetece, o es muy complicado y
acabamos prefiriendo al personaje secundario, deberíamos reestructurar la obra
para el intercambio de roles o tener más de un personaje principal, esta
solución es un poquito más complicada, pero la experiencia vale la pena.
2/ No presentar al Personaje
Principal en los primeros párrafos
El lector busca, tiene, quiere
identificarse con el personaje principal, al menos quiere hallarlo rápidamente
para saber cómo y a quién prestar mayor atención. Es vital que en la primera
escena, se presente al personaje principal. El comienzo es un tiempo delicado
no sólo porque debemos captar la atención del lector, sino porque tenemos que presentar
al personaje. Hay muchas formas de hacerlo, no se preocupe por ello, pero si no
aparece, el lector tiende a confundirse y creer que algún secundario es el
principal (por desgracia somos de costumbres fijas) y cuando éste aparece, la
confusión se hace mayor y puede llegar a molestar. Intente mostrar alguna
emoción del personaje, eso le servirá para darle profundidad, para
caracterizarlo, sin necesidad de describirlo completamente. Ese es un punto
importante, no lo haga de forma descarada, sensiblera ni gratuita, la inclusión
debe ser natural, si no es así recomponga la escena hasta conseguirlo.
3/ Derrochar Ideas - Argumentos -
Caracteres
Un error típico de principiante.
Tenemos demasiadas ideas en la cabeza y las queremos meter todas para dar una
sensación de complejidad de la trama, de riqueza; no es necesario en absoluto.
Servirá, como mucho, para que el lector avezado se dé cuenta de la falta de
seguridad en nosotros mismos. A menudo utilizamos un personaje para explicar
una cosa en el primer capítulo, otro en el segundo, otro en el tercero. Hay que
aprovechar a los mismos, utilizarlos más intensamente, eso les dará mayor
profundidad psicológica y por ello facilitaremos la labor del lector para
seguir la trama. Al utilizar los mismos personajes secundarios y aunque estos
no puedan mostrar cambios importantes en su carácter, se debería escoger
algunos, por ejemplo el que dé la réplica al personaje principal, para mostrar
pequeños cambios.
4/ ¿Qué estoy haciendo yo aquí?
No se desespere, a todos les
pasa, hasta al más experimentado. Es simplemente falta de previsión, falta de
un esquema general del relato o de la novela. Y nos pasa porque a pesar de
tener las cosas muy controladas, a todos nos gusta dejar correr la imaginación
y ver a dónde nos lleva la escena en la que estamos metidos. Tiene sus ventajas
y sus inconvenientes. Es bueno que antes de empezar hayamos diseñado la obra en
sus partes principales: personajes, conflictos, escenas. Sólo así sabemos por
dónde vamos y si nos desviamos deberíamos tener una buena razón. Experimentar
no es malo, pero cuanto más organizados estemos, mejor sacaremos provecho de
esa experimentación, pues un buen escritor no debería pasar toda una vida
escribiendo una sola novela.
5/ Diálogo
Es una parte fundamental en la
obra, cuanto más larga sea ésta, más importante se vuelve. Pero tampoco se
obsesione con ello. Intente no dejar soliloquios, conferencias, largas
parrafadas ni explicaciones. Un sistema sencillo de comprobar si vamos por buen
camino es visualizar la hoja de papel como si fuera una imagen, si hay mucho
texto quiere decir que hay una pobreza de diálogo, si hay mucho espacio en
blanco pasa lo contrario, estamos abusando de él. Con todo, sólo usted puede
evaluar si en una escena es necesario más o menos cantidad de diálogo. Tenga
cuidado con el Slang, con los dialectos, si los utiliza debe intentar que el
lector pueda interpretar correctamente sus significados. Debemos buscar la
manera para que quede claro lo que se está intentando decir. No tema utilizar
"dijo" en los diálogos, esa palabra se utiliza normalmente en el 90%
de las ocasiones. Desde luego debe intercalarse con otras palabras, sobre todo
cuando el personaje hace algo o lo dice de cierta manera, pero intente mostrar
esas emociones, no de señalarlas simplemente.
6/ Parar demasiado pronto
Otro fallo de escritor novel.
Estamos tan ansiosos por acabar una obra (llevamos tantas inacabadas...) que
generalmente precipitamos el fin. Las historias acaban demasiado abruptamente
(habitualmente por falta de un esquema general). Fuércese a continuar
escribiendo cuando crea que ya a acabado, normalmente podemos encontrarnos con
una sorpresa. Y en todo caso si no consigue mejorarla será un excelente
ejercicio.
7/ No dejar descansar la historia
Cuando acabamos una historia
estamos demasiado metidos en ella. Somos incapaces de juzgarla con absoluta
imparcialidad. Hay que darse tiempo para olvidarse-distanciarse, y dependiendo
de nuestro trabajo estar al menos unos días-semanas alejados de ella. Una vez
ha pasado ese tiempo, hace falta chequear la historia para una aceptación
general, leerla como lector -directamente- sin pretender ni pensar en
corregir-cambiar etc.
8/ No ensayar comienzos
diferentes.
No valoramos nuestra capacidad en
su justa medida, sea por arriba o por abajo. Quizá el principio escogido no sea
el más adecuado aunque lo parezca. Una vez se tiene la historia, se debería
ensayar varios comienzos alternativos, no muy complejos, sólo dos o tres
párrafos, de forma rápida, escogiendo diferentes formas de presentar la
información, puntos de entrada en la historia. Una vez que eso se hace varias
veces, se vuelve algo natural en nosotros y aprovecharemos mejor todo nuestro
potencial creativo
9/ No planear el clímax desde el
principio
Una cosa es la previsión, la
organización, tener un esquema general del relato o de la novela y otra llegar
hasta el extremo de tener previsto hasta el clímax, algo que ocurre
generalmente al final de la novela. No debemos atarnos las manos hasta ese
extremo y dejarnos la posibilidad de cambios. Es evidente que deberíamos
desarrollarla de acuerdo con la promesa original, pero que eso no nos coarte
como para que la obra se convierta en algo rígido.
10/ Tomar demasiado tiempo para
repasar
Más que error, vicio que hace
falta erradicar. Corrija todo lo que crea necesario, pero defina un tiempo
concreto para ello, sino esta abocado a la necesidad ilógica de corregir un
texto cada vez que lo lea y eso más que ralentizar su producción acabará paralizándola.
Acepte como artículo de fe que toda obra es susceptible de mejora, y que
nosotros mismos evolucionamos y que con ello nuestra capacidad y experiencia
aumenta. Tenemos que parar en algún momento, si no estaremos siempre dando
vueltas al mismo molino.
11/ Estructuras ilógicas
Me encantó, gracias!
ResponderEliminarLo dicho, lo tendré en cuenta para mi primera obra.
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