Para Cortázar, el cuento se
relaciona con la fotografía y la novela con el film. En este sentido, la idea
de cuento implica una sola secuencia; la del film, una sucesión.
Sin embargo, para algunos el
cuento es únicamente una cuestión de extensión. El cuento es una forma corta
que va de 100 a
2.000 palabras (en su forma breve) y de 2.000 a 30.000 (en su extensión media). E. A.
Poe decía que el cuento es una lectura que necesita de media hora a dos horas.
Así, la novela tiene un mínimo de 100 páginas. Para otros, el cuento es la
crisis de un asunto y la novela es el desarrollo de una psicología. Para
escribir no hay recetas. Por lo tanto, ambas cosas son relativas, pero a veces
resultan cómodas. No olvidar que los géneros se pueden transgredir.
Si bien la novela se estructura
también como el cuento en exposición, nudo y desenlace, estas tres partes
suelen tener una extensión aproximadamente igual, mientras que en el cuento
existe una preponderancia de un solo nudo o núcleo alrededor del cual gira la
historia.
En cuanto a las técnicas
narrativas, se pueden aplicar las mismas en ambos casos, pero dosificadas de
distinta manera. Veámoslo:
1) Las descripciones en una
novela pueden ocupar muchas páginas. En un cuento son parte del argumento y
ocupan la extensión mínima imprescindible.
2) El diálogo en la novela nos da
a conocer los personajes, a veces totalmente. En el cuento, está subordinado a
la trama del acontecimiento principal y no es un mecanismo independiente.
3) El tratamiento del tiempo en
la novela puede ser extenso. En el cuento, está determinado por su reducida
extensión. Precisamente en dichos límites está la fuerza del buen cuento.
4) El personaje en la novela
puede ser el elemento fundamental, y su presentación ser tan o más importante
que la acción, según de qué novela se trate. El personaje en el cuento está
supeditado, al igual que todos los aspectos más arriba enunciados, a la trama y
al acontecer.
La trama es imprescindible
La trama puede ser más o menos
simple, más o menos compleja, pero no puede faltar en un cuento. Lo que hace el
cuentista es elegir un hecho: un escándalo, una traición, un homicidio, una
incongruencia, un idilio, un lapsus, un desvío; y lo organiza en un cuento.
Para ello, combina la idea inicial, o punto de partida, con otros incidentes
sucedidos o inventados en función de esa trama que, en realidad, es el cuento
mismo.
El estilo de un escritor se
descubre también por la forma en que trama sus argumentos. En este sentido,
"La noche boca arriba", de J. Cortázar y "El Sur", de J. L.
Borges, podrían ser resumidos igual: como la historia de alguien que sueña a
otro y al mismo tiempo no sabe si el otro lo está soñando a él. Muchos más
cuentos podrían sintetizarse con estas palabras, incluso aquél cuento chino tan
conocido de hace veintitrés siglos:
"Hace muchas noches fui una
mariposa que revoloteaba contenta de su suerte. Después me desperté, y era
Chuang-Tzu. Pero ¿soy en verdad el filósofo Chuang-Tzu que recuerda haber
soñado que fue una mariposa o soy una mariposa que sueña ahora que es el
filósofo Chuang-Tzu?"
Por lo tanto, importa más cómo se
trame el argumento que el argumento mismo.
Recapitulando:
La "acción" es lo que
ocurre en un cuento.
La "trama" es cómo se
distribuyen y relacionan dichas acciones.
Esquema de la trama
Tramar es tejer una red. Los
hilos de la red son los hechos, lo que sucede en el cuento. Tramar es decidir
cómo se organizará dicho tejido para lograr un efecto. Los estudios
desarrollados en torno a los cuentos tradicionales han establecido una serie de
puntos esenciales de la trama, basados en la estructura de los cuentos de
hadas, y que se pueden resumir así:
-El "protagonista":
inicia la acción y es el hilo conductor del juego.
-El "antagonista":
representa el obstáculo necesario para generar el conflicto y llegar al clímax.
-El "objeto": lo
deseado o lo temido.
Lo singular del cuento
El cuento moderno responde a la
singularidad. Cada uno de sus aspectos, tanto la anécdota como su tratamiento,
es una invención exclusiva de su autor. En este sentido, se puede decir que hay
tantos cuentos como autores.
Hasta el Renacimiento, en cambio,
la originalidad narrativa radicaba en la novedosa reelaboración de anécdotas
tradicionales: se derivaban cuentos de las vertientes folklóricas u orales. La
repetición de temas conocidos por el público era uno de los elementos más
apreciados en este tipo de narraciones.
El cuento tradicional se organiza
principalmente en el plano de la anécdota, como un encadenamiento de acciones.
Admite dos variedades:
1) la maravillosa: expone sucesos
fabulosos y sobrenaturales; repertorios populares, historias milagrosas, como
en "La leyenda áurea", por ejemplo, o en los cuentos de hadas;
2) la realista: expone sucesos
verosímiles y cotidianos, a menudo tratados con comicidad, como en los cuentos
de Boccaccio y Chaucer.
El cuento moderno se preocupa más
por "cómo se cuenta" que por "qué se cuenta". Ha disminuido
la utilización de anécdotas con principio, medio y final. Ganó terreno lo
ambiguo, el fragmento cargado de sentido y la exploración psicológica.
-El cuento ha pasado de valorar
lo dicho a valorar lo no dicho.
Personalmente notamos con asombro
el rechazo que manifiestan algunas personas acerca de obras que cuentan hechos
conocidos. Recuerdo, por ejemplo, a una persona que se negó a ver la película
Titanic, porque ya se sabía que, al final, el barco se hundía... Quien haga la
experiencia de rever una película o una obra de teatro, o releer una obra, comprenderá,
no sólo el placer que ello implica sino cuánto realmente se aprende y se
disfruta de todos aquellos detalles que, en un primer acercamiento, se nos
pasaron por alto.
Me llama la atención comprobar
que, con la música, no suele suceder lo mismo. Se suele escuchar decenas de
veces una canción o una obra que ya se conoce, para disfrutar nuevamente del
placer que nos produce. En cambio he oído comentarios despreciativos o la
negativa a leer un cuento o una novela, "porque ya se sabe en qué va a
terminar"...
Lo no dicho
En el cuento contemporáneo lo que
en sí mismo resulta intrascendente o mínimo adquirió la fuerza de una
revelación: el nudo del cuento. Los detalles que aislados no cuentan, crecen y
se imponen al concentrar el drama o la obsesión del protagonista. La situación
mínima, corriente y reiterada de cada día adquiere relieve si el contexto es
otro.
Buenos ejemplos de esto son:
1) La desaparición de un abrigo
perteneciente a un oscuro funcionario de la administración pública, en "El
capote", de Gogol.
2) El alejamiento de un individuo
que abandona a su familia para observar qué ocurre en su ausencia, en
"Wakefield", de Hawthorne.
3) Situaciones cómicas
minúsculas, con muchos cuentos de Chéjov.
4) El recuerdo ocasional, en
"Los muertos", de Joyce.
5) La obsesiva inercia de un
personaje del montón, en "Bartleby, el escribiente", de Melville.
Hay muchos ejemplos más acerca de
cómo, mediante enunciados aparentemente fragmentarios y con historias
indirectas, se trata de penetrar en una segunda realidad. Para muchos buenos
escritores, escribir cuentos es un modo de hacer aparecer algo que estaba
oculto. De ese modo nos hacen ver una verdad que se mantiene oculta hasta el
final del cuento y aparece -gracias a la trama- en la forma de revelación. Los
cuentos de Kafka, de Borges, de Chéjov, de Hemingway, así lo demuestran.
Cada uno lo consigue a su manera.
Veámoslo con un ejemplo: en uno de sus cuadernos de notas, Chéjov registró esta
anécdota: "Un hombre, en Montecarlo, va al casino, gana un millón, vuelve
a su casa y se suicida".
¿Cómo lo hubiera narrado
Hemingway?
Hubiera narrado con detenimiento
el casino, la mesa de juego, los movimientos del jugador, su modo de apostar,
lo que hace, lo que bebe, pero no hubiera hablado de su estado anímico, de que
ese hombre se va a suicidar.
O sea: cuenta una realidad
mientras insinúa otra no dicha, pero tanto o más significativa.
Recomendamos que, en la medida de
lo posible, se lean y analicen los cuentos y autores que mencionamos a lo largo
de nuestras notas. Un escritor no puede serlo (o será muy mediocre) si no es un
buen lector. (Carmen Roig)
Muy interesante, y con un final que no puede ser más cierto: un escritor no puede serlo si no es un buen lector.
ResponderEliminarGracias, interesante análisis que produce reflexión.
ResponderEliminarGracias, interesante análisis que produce reflexión.
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